¿Qué hacer en Iquique? … aventura, libertad y amistad sobre una bicicleta.


Iquique es una hermosa ciudad-puerto y balneario, su nombre mismo proviene del aimara “ike ike”, que se traduce como; “lugar de sueños”, o bien “lugar de descanso”. Y consecuentemente los viajeros que tienen la fortuna de venir se encuentran con un gran número de actividades y puntos de interés turístico. Durante las próximas semanas estaremos dando una revisión de algunas de las actividades más emocionantes y reconfortantes que podemos encontrar en la ciudad, y en la región.

Hoy veremos una alternativa perfecta tanto para los amantes del deporte al aire libre, como también de quienes tan solo deseen salir de la rutina y contemplar el bello paisaje urbano de la ciudad de una forma distinta. Se trata de los servicios de ciclo turismo aventura proporcionados por Gigante de Tarapacá Extreme. Conversamos con Erick Espinoza, su fundador y guía.

Dime Erik, ¿Cómo surge esta aventura de Gigante de Tarapacá Extreme?

Erick:

Bueno, ¿cómo empezó esto? De diferentes formas. Una cosa llevó a la otra, si me hubiesen preguntado hace cinco años si estaría haciendo esto, no lo habría imaginado. Yo fui minero toda mi vida, desde los vente años, y a los 38 dejé de trabajar en eso. Pero como un buen minero no sabía hacer otras cosas que no estuviesen relacionadas con la minería. Entones se me presentó el tema de ¿en qué me reinventaba?, porque lo que sabía hacer era muy específico para la minería y no “para la ciudad”. Y fueron unos meses dilucidando qué hacer, como te decía, todo lo que sabía hacer no se aplicaba bien a un contexto urbano.

Por otro lado, yo tengo raíces aimaras, estoy registrado en CONADI y siempre fui cercano a mi pueblo de Chapiquilta, con sus tradiciones, su gente, con toda su cultura, nunca fui ajeno a eso. Y este es un factor que también se sumó a “Gigante”, otro factor fue también que mi padre, quien falleció hace cinco años, él hacía viajes especiales, realizaba turismo. Con un vehículo trasladaba gente desde Pica a la ciudad. Y como señalaba, si alguien me hubiese preguntado cuando mi padre estaba vivo si terminaría trabajando en turismo habría sido impensable. Y de esa manera se van sumando cosas, ya no contaba con el trabajo de antes, debía reinventarme y una madrugada del primero de mayo, según recuerdo, fuimos a buscar la cruz de Chapiquilta, y estábamos esperando el alba, a unos 3.800 metros de altura, conversando con unas personas. Les conté mi historia, y mi interrogante de ¿qué podría hacer? Entonces esas dos personas, que les agradezco enormemente, que en esa madrugada me animaron a hacer esto de dedicarme al turismo igual que mi papá. Y ¿porqué las bicicletas? Porque era algo que manejaba en ese entonces por los viajes que había tenido y que había resultado una experiencia exitosa en otros países, el tema del descenso, y se sumaron todas esas cosas que había pasado y conocido en esa noche, junto al ánimo de esas dos personas que me dieron el “vamos, tienes que dar el paso y jugártela por el turismo”.

Entonces ya decidido a hacer turismo en bicicleta se presentó el tema de los fondos. Y estos fondos salieron de CONADI, preguntando y preguntando, como en todo camino, uno conoce a personas que te van guiando, por lo que llego a CONADI y un proyecto de turismo, el cual me lo pude adjudicar y desde ahí comenzó la aventura de formalizar un negocio, de hacer rutas, de probarlas, hacerlas funcionar. Y de tanto buscar llegamos al punto en que estamos ahora. Con rutas que ya la gente disfruta, con rutas que se pueden hacer. Llegamos a golpear las puertas a SERNATUR, porque como a veces pasa, uno puede ser muy bueno para hacer pan, pero no mucho para venderlo. Y es un proceso largo y difícil de lograr llegar al éxito en el largo y mediano plazo. Por lo mismo en el camino que uno recorre conoce a personas, que se bajan, que te acompañan un tiempo, conoces a otras, etc. Y así ha sido como hemos llegado hasta ahora a Gigante de Tarapacá Extreme, que ha sido un viaje de mucho aprendizaje, de conocer nuevos amigos, de agradecerle a viejos amigos, y darnos cuenta de que falta mucho viaje por recorrer y pensar en la gente que iremos conociendo en el futuro. Así que eso es Gigante de Tarapacá Extreme, una suma de muchas cosas que llevó a algo, que nunca imaginé, y aún así “aquí estamos” esperando que pasen cosas fantásticas.

Ha sido un muy largo camino por lo que me cuentas. Dime Eric, en esta aventura que realizas, ¿qué rutas puede encontrar la gente que te acompaña?

Erick:

Bueno, en primera instancia, tenemos dos rutas, siendo la que más a gustado una ruta que dura medio día, al cerro Tarapacá, lo cual nos sorprendió bastante, ya que a pesar de encontrarse tan cerca “no lo veíamos”. Todo el mundo ve el sector de la antena del cerro Tarapacá, pero casi nadie llegaba ahí, más allá de algunos ciclistas que utilizaban ese circuito para entrenar.

Luego buscando rutas que todo el mundo pudiese realizar, recuerdo que estaba en la feria de Alto Hospicio, y vi la antena y me dije; “como puede ser algo tan cerca, estar tan desconocido”. Así que fuimos a hacer la ruta al cerro Tarapacá, y nos dimos cuenta que ya llegar a la cima del cerro es una aventura, son más de 135 curvas, y al llegar a la antena se vislumbra un paisaje espectacular, se puede ver tanto Alto Hospicio como Iquique, si tu llegas a la cima y miras hacia el norte tienes todo el océano, y a tu izquierda tienes toda la cordillera, además de dos ciudades, y hacia el sur un paisaje totalmente diferente, con unas dunas gigantes. A la gente le ha gustado mucho ese circuito, porque todo lo que subimos luego lo bajamos por el mismo lugar; 135 curvas de puro descenso, lo que significa que toda persona que puede montar una bicicleta puede realizarlo a su ritmo. Como siempre le digo a los chicos; “esto no es una carrera, es disfrutar del paisaje”. Y lo hacen, cada vez que llegan al final del recorrido se sienten contentos, sienten que “le ganaron al cerro”, que lo lograron. Además, en el transcurso del viaje sacamos fotos, bailamos, hacemos actividades bien divertidas, la gente lo pasa muy bien, siendo que todo esto dura medio día y a un valor muy accesible, considerando que proporcionamos guantes, cascos, rodilleras, coderas, por lo que la gente lo único que necesita llevar es lentes de sol, ropa cómoda y ganas de pasarlo bien.

El otro recorrido que tenemos y queremos potenciar es el pueblo de Chusmiza, a Alto Chusmiza. Muy entretenido, incluye almuerzo, aguas termales, y bajar desde los 3.800 metros de altura hasta el pueblo. Igualmente, un paisaje que ha gustado mucho a la gente. Ha gustado la tranquilidad del pueblo y la libertad de hacer el descenso, y de eso creo que se trata, la palabra principal aquí es; “la libertad de hacer el descenso”. Ese tour es más largo, desde las 5 de la mañana hasta retornar a las 5 de la tarde.

Entonces, ¿podríamos decir que los tours no sólo son una experiencia recreativa, sino casi terapéutica y de auto-superación?

Erick:

Claro, podríamos decir que el tour se divide en tres partes; primero la aventura, que es subir en un vehículo y disfrutar de la adrenalina y la libertad de bajar en bicicleta. Luego viene por otra parte, la diversión de la gente, al sacarse fotos, jugar, reír. Lo que pasa es que cuando muchas veces suben grupos en donde hay parejas o gente sola, y son desconocidos, pero cuando bajan, baja un grupo de amigos que vivieron juntos una aventura y experimentaron ese momento en equipo, así se crea algo muy bonito; de amistades nuevas. Y una vez que termina todo el proceso de bajar el cerro, también pasa algo bien interesante; los chicos – y yo les digo; “chicos miren la cima, ustedes estuvieron ahí, y ellos se asombran de haberlo logrado”, es más, siempre cuento la historia de una clienta, grandes recuerdos de ella, que es ya mayor, y de hecho hizo el tour con nosotros y lo volvió a hacer, y con eso sintió que se abrió un mundo de posibilidades, se dijo; “si yo ya bajé el cerro, puedo hacer cualquier cosa” desde ahí tomó clases de buceo, y otras cosas más. Tengo clientes que han bajado más de una vez el cerro, y es porque cuando iban subiendo quizás iban con el temor de que “oh, qué difícil, ¿cómo voy a hacer esto?”, y una vez que completan el recorrido quedan sorprendidos de sus capacidades, de que lo lograron, súmale a eso de que conocieron amigos, y además botaron toda la adrenalina en el descenso y se van a sus casas felices, contentos y relajados. Se les abre todo un mundo de posibilidades.

Finalmente, Erick, ¿qué le diría a la persona que aún está en la duda de tomar uno de estos tours?

Erick:

Más que decirles “yo”, les repito lo que me han dicho ciertos clientes. Algunos de ellos los pueden ver en youtube, ellos dan sus testimonios de como ellos lo vivieron. Unos lo encontraron fantástico, a otros les gustó mucho la aventura, otros vivieron la adrenalina, a otros les gustó el tema de la seguridad, otros disfrutaron del paisaje. Así que uno dice, “chiquillos atrévanse, vale la pena. Me quedo con eso… “chiquillos atrévanse, lo van a disfrutar”. Es una muy bonita experiencia, es encontrarse con uno mismo, es liberarse, ser libre por un rato. Te olvidas de la ciudad, del estrés, del trabajo, de todo por un momento. Estando tan cerca de la ciudad, pero en un mundo totalmente diferente. Los invito chiquillos a que se atrevan, que se atrevan a disfrutar lo que es tener un momento de libertad, de olvidarlo todo y simplemente estar con ustedes, con el cerro, con el viento, y con nuevos amigos. Garantizo que no lo olvidarán.